Muchas veces, la vorágine de la vida actual impide hacer la pausa necesaria para una reflexión que permita, por ejemplo, pensar cuál es el camino transitado por condiciones sociales o elegido por tener una vida que lo permita. En ambas situaciones, la dinámica de la vida moderna, desde alimentarse a trabajar, es una catarata de acontecimientos volcánicos que se repiten a diario, sin tiempo ni espacio para respirar profundo.

En esas circunstancias, es difícil permitirse tener sueños compartidos como comunidad o familiares que tiendan a la construcción de una vida mejor, en donde no sea sólo el salario o el sustento lo importante, sino también recuperar los procesos de dignidad y derechos que en algún tiempo identificaron una patria de justicia social.

En ese marco, es imposible pensar una realidad diferente, mientras tengamos como base social una pobreza acumulada, pétrea, que desde hace 50 años fue acumulándose como capas geológicas, siendo naturalizadas por la política y el conjunto de la población. Siendo una herida profunda en el alma social de nuestro pueblo, es una determinación primaria de la política (o debería serlo) derrotar una situación heredada que fue provocada por un diseño estratégico del colonialismo, que fue acumulando poder y privilegios, pretendiendo consolidar con un Estado al servicio de esos intereses.

Ahora, si dirigimos nuestros sueños solamente a los ingresos económicos, como eje de la construcción del modelo social a futuro, limitaremos a la agenda colonial los disparadores de la política, sin llegar a derribar el cerco construido por décadas de neoliberalismo que, con el objetivo de fragmentar la organización social del país, llevó a la comunidad a fomentar el individualismo, combatir la solidaridad social, denigrarla como gasto presupuestario, en especial en los modelos prestacionales de salud y educación, cercenando derechos e implosionando la sociedad en capas sociales, distanciadas entre sí, y estimulando el racismo estamentario y la injusticia social.

Una comunidad fragmentada no tiene objetivos comunes. El “sálvese quien pueda” es un lugar común de ubicarse en el mundo de la mayoría de la población en su afán de sobrevivir a una situación siempre límite, en ese correr cotidiano que fue planificado, justamente para evitar que la preocupación por lo diario sea el único objetivo del día a día, como en los adictos, un “hoy presente” sin un mañana posible. 

En esa situación no habrá sueños ni luchas por una vida mejor. Tampoco tiempo para pensar en procesos diferentes, menos aún para informarse en fuentes alternativas a los medios hegemónicos. En resumen: enclaustramiento, encierro, con eje disciplinador social efectivo. Eso es el esquema cultural dominante neoliberal, que debe ser combatido y derrotado en una batalla por el relato histórico, que llevará generaciones de argentinos.

Por esa situación dominante la mayoría de los argentinos tiene referencias vagas sobre el mundo, en general superficiales y frívolas, de las pocas que entregan los medios y que sólo agitan supuestas “revoluciones democráticas”, que llevan a la aceptación de que Cuba es comunista, Venezuela es dictatorial, Nicaragua es represiva, pero Colombia es democrática pese a los cientos de asesinatos de trabajadores sociales y periodistas. Mientras que Chile (también democrática) no reprime sino que pone orden, y Brasil es un ejemplo de manejo institucional pese a haber encarcelado a su principal dirigente falsamente, haber expulsado a su presidenta por un juicio parlamentario armado (usando el lawfare como herramienta política) y aplicar la teoría del efecto manada en la pandemia, con un saldo de miles de muertos.

Tampoco sabe el pueblo, por ser desinformado, que las invasiones de EE.UU. a Irak, Siria, Libia y Afganistán originaron 2,5 millones de muertos y 4,5 millones de desplazados en menos de 10 años. Que se asesina a personas a 18 mil millas de distancia con drones, justificados por ser “un peligro para la seguridad nacional”, sin juicios previos ni precisiones que eviten los efectos “no deseados”, es decir, muertes de familias enteras y destrucción de ciudades. 

¿Puede alguien imaginarse una situación similar en un gobierno latinoamericano o de cualquier otro país, ordenando asesinatos a mansalva, pero que se han naturalizado en el espectro del análisis periodístico internacional, y siendo aceptado por los tibios y sumisos dirigentes colonizados del mundo?

¿Puede ser aceptado acaso que Arabia Saudita, que asesina a periodistas en Turquía, impide a las mujeres conducir vehículos y decapita en público como castigo pero, sin embargo, EE.UU. le vende 300 mil millones de dólares en armas, lo mismo que cuando apoya a Israel en la colonización invasiva de Cisjordania, aumentando el Estado israelí su geografía 3 veces desde la fundación en 1948, a costa de asesinar y reprimir al pueblo palestino que nunca pudo consolidarse como país soberano?

Esta breve descripción sirve como ejemplo en el cómo se puede manipular la información, creando miradas sesgadas de cada tema, desde los nacionales a los internacionales, consolidando esquemas de pensamiento que, sin formar parte de la identidad de los pueblos ni de sus memorias colectivas, comienzan a transitar un camino de naturalización de aspectos cotidianos de la vida, ajenos a sus costumbres y folklore. Desde los cambios en las comidas, hasta modelos culturales como la moda y la música, pasando por la apropiación de la palabra o el cambio de billetes, la tendencia a la despersonalización del individuo y la fragmentación de la sociedad son elementos constitutivos de una nueva colonización, afianzada por los instrumentos del estado colonial a su servicio.

Pero los pueblos son caprichosos en su historia: “Nada es más lento al andar que un pueblo construyendo su historia”, relataba Benedetti y cantaba Zitarrosa. Es que la memoria se puede confundir un tiempo pero siempre resurge, como ese inconsciente que refiere el psicoanálisis que según Freud es como el disco rígido indestructible de las personas y por ende de la conciencia colectiva de los pueblo. 

Lo mismo sucede con la identidad que puede ser apropiada, como en el caso de los hijos de los compañeros desaparecidos, en otros negada, a veces traficada o diluida, pero siempre persistente como marca indeleble de una subjetividad forjada de afectos compartidos, de historias vividas aunque sean mínimas, y que son como rayos de luz en la oscuridad creada por el neoliberalismo arrasador y salvaje de un colonialismo brutal.

Con memoria e identidad hay patria, lo que remite al padre enterrado, a transmisión oral familiar y social, recuperación de la historia que nos emparenta al resto de los pueblos latinoamericanos en esa patria grande de nuestros padres fundadores, donde anidaron los sueños de pueblos liberados de cualquier yugo colonial, de cualquier sujeción extranjera, de cualquier amputación de soberanía. 

Esa patria casada con la matria de la Pachamama, la tierra fértil de los alimentos y el agua dulce, hoy en peligro por un capitalismo salvaje, depredador, extractivista y contaminador, es el eje de la necesaria lucha por la sobrevivencia de la humanidad frente al calentamiento global, la desertización de la tierra, la tala de bosques nativos y la utilización de agrotóxicos, que hieren la flora y fauna de la madre tierra.

Serán sin dudar los sueños de las futuras generaciones si quieren seguir viviendo en el planeta Tierra, pero no será posible si esos sueños no se acompañan de procesos de lucha y liberación de las sujeciones que por años han instituido los modelos colonizadores de los dueños del poder financiero global, impuesto a sangre y fuego, derrotando modelos nacionales y populares, combatiendo al peronismo, socialismo o cualquier otra figura de justicia social que limite su accionar saqueador de los patrimonios de bienes soberanos de los países.

Desde el Movimiento Nacional y Popular es un desafío dar respuestas a las demandas de la hora y reconstruir, junto al pueblo, los sueños de un mundo mejor donde la paz se consolide y el amor inunde la comunidad organizada en el camino de esa construcción solidaria y fraterna.

JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriaestaprimero.org 
CABA, 7 de agosto 2021